Acapulco
Mi plan era inaugurar la primavera y los tres meses de celebración en una playa, se me hizo buena idea invitar a Rose y a la misma pelusa de siempre. Luego solo había que armar el teatro completo, le dije a Emilio ara que invitara a la Fabi, pero resulta que ella tenía un Barmitzvah, quince años, o una boda o un no-se-que-chingados y obviamente Emilio iba a ser la escolta asignada. Y como a Armando desde que se va a casar ya no lo dejan ni salir a jugar, eso me dejaba sin la parte fuerte del cuorum y pues al fin de cuentas ni le dije a los demás. El martes Rose me dijo que ya había pedido el sábado en el trabajo, lo cual era mas raro que una edición especial del semanario de lo insólito. Así que bueno, como los hombres no me eche para atrás. Después se nos unió Paulina que recién tronó con su wey y decidió que le caería bien una dosis de alcohol y playa. Y finalmente solo nos fuimos los tres.
La onda estaba bizarra en varios niveles, éramos 3 casi extraños. Parte de mi estaba muy contento por el hecho de ser escoltado a la playa por dos bellas mujeres y aunque preocupado por el riesgo de ser usado como oscuro objeto del deseo y maquina sexual, era un riesgo que decidí tomar. Aunque por otro lado me salió lo paternal y protector a fin de cuentas me tocaba cuidarlas.
Reservé en
Suites Amueblados Ordoñez International Resort & Lodging por recomendación de Armando y por que Suites Vicky estaba lleno y aparte me encontré que, como todo buen lugar de gran turismo tiene su pagina en internet, saturada de buen gusto y donde uno puede ver las lujosas habitaciones mientras se relaja escuchando “Por los caminos del Sur”. En fin, al ver el penthouse con cocina y jacuzzi (suite12) que el Sr. Ordoñez tenía preparado especialmente para nosotros, no lo pensé mas y reservé embelesado por la categoría y el caché del lugar.
El viernes logre la proeza de salir de la oficina puntual a la hora, llego Rose, pasamos por su maleta, pasamos por Pau, hicimos una escala en el super donde compramos desde hielera, cantidades adecuadas de alcohol, algo de comida hasta un disco pirata de los intocables, por 20 pesos.
Tomamos carretera y entre platica amena y un acuerdo de dejarle encargados los problemas a la señorita de la segunda caseta, el tiempo se fue de volada y a las 12 de la noche estabamos llegando a la bahía.
Si algo aprendí de Amueblados Ordoñez Beach & Yatch Club, fue a desconfiar de la publicidad a pesar de que te toquen “Por los Caminos del Sur”. Y si no hubiera sido por la terracita y el Jacuzzi (AKA pileta), la falta de agua caliente, el aire acondicionado que no servía, la cama en la cocina y el baño tapado me hubieran dejado una mala impresión de Suites Ordoñez Bungaloos & Country Club.
Una vez instalados decidimos ir a saludar al mar y caminar por la playa, hasta dar con algún Bar de agrado. Nos paramos en un par de bares, brindamos, platicamos y bailamos. Pau estuvo ligándose a un canadiense que por mas que intentamos, no pudimos hacerle pagar los tragos. De camino de regreso al hotel, en un leve accidente provocado por mi, los lentes de Rose acabaron en el fondo del mar, lo que me hizo acreedor a breves y esporádicas erupciones de despreció de su parte. Así que el resto del fin de semana no pudo distinguir bien ni donde estaba ni con quien iba, probablemente para bien suyo.
En cuanto el sol salió, nosotros nos metimos.
Paulina estaba muy emocionada ya que a su tierna edad era “Su primera vez” en salir de viaje sin su familia y al otro día a infames horas de madrugada ya estaba como castañuela por todos lados esperando que nos levantáramos, (hasta hizo de desayunar). Medio nos sacudimos la cruda, empacamos la hielera y tomamos rumbo a alguna playa menos contaminada que la bahía. Llegamos a barra vieja a uno de esos lugares con mesitas, hamacas y nativos acapulqueños desviviendose por atendernos. Comimos un róbalo a la talla de miedo y en general fue un gran día. A estas alturas me acuerdo poco de todo lo que pasó por mi cabeza y que según yo iba a postear, hubo un momento que hasta me hubiera gustado estar en uno de esos comerciales de HP escribiendo desde la playa, pero gracias a Marx me di cuenta, me reprendí y seguí disfrutando la playa y la austeridad tecnológica.
Entre otras cosas, hubo fotos con boa a la Salma hayek, sol, arena, puercos peleándose con perros, prepos fresas embruteciendose a lo wey con Bacalao Noruego sin espinas (aka Bacardi Blanco), Bob Marley y demás soundtrack selecto, siesta general en hamacas, masaje playero, brisa marina y un atardecer digno de mail cadena .pps.
Llegada la tarde regresamos a nuestro penthouse de petatiux e hicimos uso del tan mencionado Jacuzzete, un buen rato en plan muy relajado.
Decidí que ya no iba a manejar mas por el día así que mientras las divas se arreglaban me puse al tu por tu con una botella de agsolut que estaba muy respondona. Y yo no se si era por que ya había agarrado nivel o por que en realidad se esmeraron arreglándose pero, wow! Se sintió muy dandy el ir al ir acompañado de dos mujeres hermosas dispuestas al reven en Acapulco. (A ver si ahora si me dejan entrar al antro).
Mis idas generalmente a Acapulco no son de antro nice, yo mas bien soy de la onda bar, hotel o hasta Tabares cuando la testosterona llama, en fin, de costumbres arraigadas, (incluso la última vez cuando decidimos variarle al Aka tiki, éste se hundió). En fin, esta vez estas mujeres querían antro y como se me conoce como un hombre que antes que nada satisface a las mujeres nos fuimos a uno de esos antros tan mamones que hay allá.
Entre el trato de paria que te dan, los precios infames y la música piñatérrima me puse de bastantes malas al minuto de estar ahí y esto sumado a que estas niñas se les subió lo diva y lo femme fatale decidí que no me estaba divirtiendo, cosa que mi religión me prohibe cuando estoy en el mar. Afortunadamente llevaba mi cel y un par de llamadas a la persona correcta me regresó la sonrisa a la cara y la fe en el gozo. Después de eso la música mejoró, la de la barra me atendía rápido y de buena gana, las mujeres me acosaban los hombres me envidiaban y me empecé a divertir.
Algunas horas después, mi maldito lado responsable me recordó que al día siguiente tenía que manejar de regreso así que recolecté mujeres y nos fuimos poco antes de que saliera el sol.
El día siguiente, una vez mas Paulina se levantó temprano como campanita, sin el menor respeto a la cruda o al domingo en la mañana. (Al menos volvió a preparar el desayuno).
Entonces recogimos nuestro desorden y abandonamos el lujo del Ordoñez Inn, por supuesto no sin antes despedirnos de Eric del Castillo y Lucha Villa que al parecer estaban filmando “Semana Santa en Acapulco parte II”.
Pasamos unas últimas horas de Playa, mar y Yolis antes de regresar a la ciudad. El regreso estuvo leve, llegamos a una hora decente y todavía hubo cena y aftershow en el Rey del Burguer.
En fin a pesar de la cruda, la manejada, las deudas y las pinches 2 horas de tráfico que hice hoy en la mañana a la oficina, esto ya parece primavera.