Mi viaje en una cáscara de pistache.
Afortunadamente la burocracia aeroportuaria me trato mas o menos bien (No hubo cavity search), solo foto y huellas.
Lo primero que nos enteramos es que esa semana se llevaba a cabo un campeonato internacional de perros en el Madison Square Garden, ahí enfrentito, y que toda la perrada con sus dueños se hospedaban en el mismo hotel que nosotros, así que no fue extraño encontrarse con un poodle con rastas o demas perros de lo mas finos pululando y oliéndose los traseros por todo el hotel.
El hotel en sí estaba muy cuidado y atendido, pero para parecerse al del resplandor. Los pasillos estaban cubiertos por una alfombra vieja, sucia y despintada que hacía juego con el tapiz despegado y lleno de humedad. Las puertas parecían ataudes parados. Yo viví esperando que se me aparecieran las gemelas al dar una vuelta, y hasta empecé a hablar con mi dedo.
Entre otras cosas fuimos a cenar una vez a un restaurante Malayo, fui al Tour por en Yankee Stadium y pude ver donde guardan sus calzones Hideki Matsui y Derek Jeter. Conocí el MET y quede muy impresionado, vi Chicago, que aunque era la última de mi lista, pero cupones por el 50% de descuento lo decidieron, y la disfrute mucho, nos tocaron buenos lugares y vi a una de las mujeres mas hermosas que he visto en mi vida actuar (Y hasta le pude dar un arrimón). Fuimos a desayunar Bagels al mejor lugar de Brooklin, según mi tía y el New York Times. Fuimos al museo Intrepid (el portaaviones) aprovechando que estaba “Bonito el día” (7 bajo cero!). Nos dimos nuestro tiempo en la Virgin Mega Store de Times Square. Cenamos un día en un restaurante Malayo y otro en un Diner con una mesera que tenía un acento de Europa Oriental bien ameno. Comimos en el Café Lalo que no es ni caro ni muy caro sino muy bonito. Y finalmente fuimos al concierto de John Williams que estuvo re-bueno, aunque según el programa no tenía pensado tocar nada de SW, a la mera hora hizo un encore y tocó el tema principal, It doesn´t get any better than that.
A pesar de que estimo mucho a Alonso y a Isela, una semana viviendo juntos en la promiscuidad de un solo cuarto de hotel y conviviendo 24 hrs al día, fue demasiado. Creo que tuve mi dosis anual de ellos.
Al final fue un buen viaje, no las mejores vacaciones de mi vida, pero vacaciones al fin. Pero esta decidido, mis siguientes vacaciones necesitan ser a un lugar exótico, algo así como Asia, o el archipiélago de Revillagigedo de perdida.
Afortunadamente la burocracia aeroportuaria me trato mas o menos bien (No hubo cavity search), solo foto y huellas.
Lo primero que nos enteramos es que esa semana se llevaba a cabo un campeonato internacional de perros en el Madison Square Garden, ahí enfrentito, y que toda la perrada con sus dueños se hospedaban en el mismo hotel que nosotros, así que no fue extraño encontrarse con un poodle con rastas o demas perros de lo mas finos pululando y oliéndose los traseros por todo el hotel.
El hotel en sí estaba muy cuidado y atendido, pero para parecerse al del resplandor. Los pasillos estaban cubiertos por una alfombra vieja, sucia y despintada que hacía juego con el tapiz despegado y lleno de humedad. Las puertas parecían ataudes parados. Yo viví esperando que se me aparecieran las gemelas al dar una vuelta, y hasta empecé a hablar con mi dedo.
Entre otras cosas fuimos a cenar una vez a un restaurante Malayo, fui al Tour por en Yankee Stadium y pude ver donde guardan sus calzones Hideki Matsui y Derek Jeter. Conocí el MET y quede muy impresionado, vi Chicago, que aunque era la última de mi lista, pero cupones por el 50% de descuento lo decidieron, y la disfrute mucho, nos tocaron buenos lugares y vi a una de las mujeres mas hermosas que he visto en mi vida actuar (Y hasta le pude dar un arrimón). Fuimos a desayunar Bagels al mejor lugar de Brooklin, según mi tía y el New York Times. Fuimos al museo Intrepid (el portaaviones) aprovechando que estaba “Bonito el día” (7 bajo cero!). Nos dimos nuestro tiempo en la Virgin Mega Store de Times Square. Cenamos un día en un restaurante Malayo y otro en un Diner con una mesera que tenía un acento de Europa Oriental bien ameno. Comimos en el Café Lalo que no es ni caro ni muy caro sino muy bonito. Y finalmente fuimos al concierto de John Williams que estuvo re-bueno, aunque según el programa no tenía pensado tocar nada de SW, a la mera hora hizo un encore y tocó el tema principal, It doesn´t get any better than that.
A pesar de que estimo mucho a Alonso y a Isela, una semana viviendo juntos en la promiscuidad de un solo cuarto de hotel y conviviendo 24 hrs al día, fue demasiado. Creo que tuve mi dosis anual de ellos.
Al final fue un buen viaje, no las mejores vacaciones de mi vida, pero vacaciones al fin. Pero esta decidido, mis siguientes vacaciones necesitan ser a un lugar exótico, algo así como Asia, o el archipiélago de Revillagigedo de perdida.